04 noviembre, 2010

LA INVENCIBLE NOSTALGIA

Estoy consciente que la película “The Expendables” no será catalogada como una joya cinematográfica ni mucho menos un reto a la inteligencia del espectador. Sin embargo, debo admitir que como cierre de una etapa, representa el broche de oro perfecto, no sólo por la cantidad de veteranos actores de acción que aparecen, sino porque su argumento retoma todos los elementos de las películas anteriores para contarnos la última aventura cinematográfica de Estados Unidos en las selvas latinoamericanas.

Pese a lo sencillo de la trama, logró mantenerme pegado a la butaca y en ningún momento la acción decayó. Al contrario, fue una espiral de explosiones, madrazos, balazos y navajas volando que cumplieron su propósito de desconectarme de la realidad.

A mediados de los ochentas se configuró el héroe de acción de Hollywood, protagonistas duros y directos, curtidos en mil peleas de cantinas, con armas enormes y capacidad destructiva descomunal, películas donde el trazado moral esta delimitado sin ambigüedades y con una filosofía sencilla: los buenos ganan y los malos mueren. Definitivamente salimos de la sala fracturados por la nostalgia de una época que marcó a muchos de nuestros padres y revivió noches enteras cenando frente al televisor que brincaba en medio de edificios derrumbados y helicópteros destrozados.

Estrenada en 2010, The Expendables congregó a los duros del cine: Sylvester Stallone, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, Jason Statham, Jet Li, Dolph Lundgren y Mickey Rourke. Esa combinación es la propuesta de Stallone para que “las mujeres dejen de preguntar dónde están los hombres de verdad”, una referencia franca de un cine que ha adoptado los héroes estéticos, vaporosos y con más cremas que las actrices.

Ese encuentro de hombres acostumbrados a abrirse camino con la fuerza de sus bíceps y municiones, significó retomar los elementos y lugares recurridos en el género de acción de la vieja usanza. Los protagonistas viajan en grandes motos a través de una ciudad oscura, prostitutas envejecidas, talleres mecánicos y salas de tatuaje para presidiarios, paisajes urbanos cubiertos de oscuridad y botes de basura repletos. Estos son los paisajes de fondo donde se mueven los héroes, quienes a golpes y puñetazos defienden el honor de sus mujeres. De ese “paraíso” son expulsados a las selvas latinoamericanas, para derrotar a los dictadores y narcotraficantes de una isla extraviada.

Sin embargo, los nuevos elementos que aparecen en la trama al principio son imperceptibles, aunque después de reflexionar un poco nos percatamos de ello. En primer lugar andan en sus motocicletas con cascos, utilizan chalecos antibalas, respetan la realidad en los combates cuerpo a cuerpo. Por esa razón Jet Li no logra vencer a Lundgren, cuestionan sus actos y reconocen su discapacidad cultural.

Un elemento nuevo que aparece es un acto de honestidad para Estados Unidos: su intervención en los asuntos de Latinoamérica, porque precisamente un ex agente de la CIA es quien suministra el dinero para sostener al ejercito del dictador, son ellos quienes exigen que se plante la droga y son ellos los ejecutores de la matanza y la tortura que sufren los habitantes de la isla. Una honestidad brutal en congruencia con los héroes que plantea la película y su propuesta implícita es arriesgada: los enemigos de Estados Unidos no provienen del exterior, sino que de sus propias filas salen los arquitectos del terrorismo.

Finalmente, en Internet me encuentro con la declaración de los protagonistas: que si logran vencer a las grandes producciones de superhéroes que abundaron este año, regresarán con un nuevo proyecto. Si es así, no sería lo mismo, definitivamente para mí es un cierre y su última incursión cinematográfica. Espero que comprendan que a veces hay que irnos por la puerta grande.

Publicado en el Periódico Por Esto! 2 de noviembre de 2010

EL DERECHO A HUELGA DE ANTONIO MEDIZ BOLIO


Por: Rodrigo E. Ordóñez Sosa
Presidente de la Red Literaria del Sureste


Buenos días a todos, estamos aquí reunidos para llamar al poeta a posarse en esta línea, como dice el maestro Raúl Renán. Sobre todo, porque he escrito estas palabras antes del incendio de la madrugada, las estoy leyendo con la ciudad teñida de ruido y el luto acechando en las esquinas; acabaré mucho antes que los obreros lleguen rotos a sus casas; y es con esos ojos que quiero hablar del escritor Antonio Mediz Bolio.

En 1907, cuando presentó la defensa de su tesis “El Derecho a Huelga”, arrojó los primeros dardos de sal a la diana de la Justicia, exigiendo lo que hoy tanta falta nos hace: unidad.

Al sumergirnos en ese libro para tocar sus paredes, enseguida comprendemos que es el poeta que arde, y, con su corazón de brasa, exige que todas las relaciones humanas estén regidas por el principio de solidaridad; comprende que el obrero debe rebelarse, por los salarios injustos o los horarios laborales excesivos; sin embargo, poeta siempre, don Antonio Mediz Bolio los exhorta a utilizar el derecho a huelga como último recurso, porque sabe que los más afectados son los obreros mismos.

Es por eso que nos dice que la huelga es “una espada de dos filos que hiere al inexperto que la empuña”, que emplea mucho esfuerzo sostenerla y la pérdida de la producción como resultado de la parada del trabajo. Por ello, exhorta a los patrones a mejorar las condiciones de sus obreros, que se preocupen por su educación y su salud, respetando sus derechos para evitar la violencia de clase.

Pero no condena el uso de ese derecho, sino que invita a agotar todos los recursos del diálogo, para lograr que el patrón entienda que durante una huelga no hay ganadores, porque él pierde su patrimonio, los obreros su sustento, y las familias su alimento.

El derecho a Huelga sería innecesario si las relaciones laborales estuvieran regidas por la igualdad, el respeto y el beneficio de ambas partes. Como el mismo señala en la defensa de su tesis: “los principios…de igualdad, de orden y de paz…triunfarán al fin, como han venido triunfando a través de los tiempos…a veces la pasión humana ha proclamado estos principios entre sangre y fuego, mal comprendiéndolos y mal ejercitándolos. Es cierto que la ambición, la soberbia y la crueldad, han llevado muchas veces falsas banderas redentoras”, pero siempre impulsando a dejar de lado esas pasiones que están hoy en día como clavos ardientes sujetando a la sociedad.

Como dije antes, poeta siempre y luchando por la esperanza desde cualquier trinchera, nos dice que asimilemos las ventajas de la civilización, que tengamos los ideales altos, que abramos nuestro corazón al amor que todo lo redime, para que caminemos con la cara de frente al sol, para que “calentando nuestras almas, ahuyentará de ellas la marchita heladez del egoísmo”.

Y es con esas ideas que alumbran nuestro sendero, con esas ideas que nos desbordan cuando miramos al mundo ahogado en la violencia, tan cotidiana ya, que la saludamos en cualquier esquina, es con ellas que sabemos que su legado esta vivo, tan vigente que rompe el luto y la tristeza de este día, porque el escritor continúa luchando a brazo partido a través de la inmortalidad de la palabra; siempre con la Literatura como cuerda tendida en medio del abismo.

Es por eso, que continuamos año con año reunidos frente a tu busto, para alejar el polvo, para que la única lluvia que descienda sobre tus hombros, sea la que nace de nuestros ojos; aquí estamos y aquí seguiremos, talvez estemos un tiempo más, talvez pronto te alcancemos, y cumpliremos nuestro anhelo de abrazarte.

Cuando le preguntaban por sus versos a un apreciado poeta yucateco, contestaba que los tenía reunidos en un libro llamado La Hoguera y a quienes lo buscarán les hacía una sola advertencia: sólo eran legibles a los cantores del fuego; y con esa idea en mente, Hermano Antonio, fue que recorrí tu Tierra del Faisán y del Venado, donde comprobé que sabe a lumbre, a incendio que no podrá contener el paladar más ártico.

GRACIAS



*Discurso Pronunciado ante el busto del escritor Antonio Mediz Bolio en la Plaza que lleva su nombre en el Centro Estatal de Bellas Artes, durante su LIII Aniversario Luctuoso.

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