Cuidao en la frontera/cuidao donde sea/
que van complotando/los de la CIA
Mano Negra
Por:
Rodrigo E. Ordóñez Sosa
Ante la creciente extinción de las
grandes ideologías que alentaban el cambio social y las fuentes donde podían
beberse ese ideal de combatir la injusticia, la televisión aprovechó ese vacío
para ofrecer productos enfocados a crear una aceptación hacia la política de
intervencionismo que puso en marcha Estados Unidos. Una muestra de lo anterior
es la serie Criminal Minds: beyond
borders, que involucra a una fuerza élite del FBI encargada de
contrarrestar el sistema de justicia de cualquier país, imponiendo su ley sin
importar los procedimientos legales imperantes de los lugares que visitan.
Criminal Minds: beyond borders es una
serie de corte policial americana que narra los casos resueltos por un equipo
del FBI en suelo internacional. Con esa premisa simple, se configuran mensajes
demoledores contra la cultura de las naciones que visitan los agentes
encabezados por Jack Garrett (interpretado por el actor Gary Sinise).
La
estructura narrativa está compuesta de una serie de binomios simples que operan
en el argumento de cada capítulo:
correcto/incorrecto, bueno/malo, seguridad/inseguridad,
entre otros, los cuales justifican veladamente la intervención de su fuerza
policial en otros lugares. Inicia la trama con
un crimen en suelo extranjero, en donde la policía local “muestra” su
incapacidad para resolverlo, por tanto debe involucrarse el FBI, en todos los
casos un ciudadano americano es asesinado por un local del país en turno
(bueno/malo), presuponiendo que en Estados Unidos no ocurren esos crímenes (seguridad/inseguridad),
además que las hipótesis de la justicia local están erróneas
(correcto/incorrecto), por ello, deben recurrir a los conocimientos que traen
los extranjeros. Así, no es de extrañarnos que la frase de apertura “más de 60
millones de americanos abandonan la seguridad de su territorio y el peligro los
acosa”, revele la estructura de toda la serie.
Para
reforzar el argumento que la intervención es una medida eficaz para resolver
los problemas que ocurren en el tercer mundo (México, Cuba, Tailandia, África o
Corea). Por regla general, los crímenes son cometidos siguiendo rituales
culturales del lugar, asociando valores negativos a los mismos; como en los
casos ocurridos en África, que los criminales usan los ritos ancestrales para
asesinar o cuando abordan el tráfico de órganos con fines rituales, decían que
sólo escogieron a los americanos ya que los muertos resucitarían con
características superiores (ojos azules o verdes), demeritando la
características anatómicas de los pobladores.
Una
escena repetida es mostrar la fuerza política del FBI como medio para doblegar
a los policías locales. De esa forma, se inicia con la discusión de Jack Garret
con un renuente comandante a aceptar la inevitable imposición, que al final
cede ante la intimidación física o la amenaza de la intervención de la embajada
americana. Así, la frase más utilizada es que una negativa desembocará en una
ruptura de las relaciones diplomáticas y la consecuente suspensión del respaldo
de Estados Unidos. Invariablemente, esta intervención es justificada dándoles la
razón a los americanos cuando resuelven el crimen y deja abierta la puerta a
futuras “visitas”.
Sin
embargo, el último episodio transmitido versó sobre Cuba y se caracterizó por
dejar de lado los mensajes velados. En ese capítulo configuran una imagen
desvirtuada sobre la Revolución Cubana y, principalmente, sobre Ernesto “Che”
Guevara, utilizando como fuente la diatriba disfrazada de argumentos del libro El carnicero de La Cabaña de Lucho
Bugallo, quien arremete en contra de los ideales cubanos. Bajo esa premisa,
exponen que la influencia de una ideología apartada del american way, es nociva para cualquier americano.
Inicia
con una americana sometida sexualmente por otro americano, que detona una
experiencia que la “enloquece”, como si esa fuera la única condición mental de
quienes adoptan la filosofía del “Che” Guevara. Entonces, seguidora de esa
corriente de pensamiento, la transforman en una asesina que sigue el derrotero
de la Revolución Cubana, convirtiendo e igualando los hechos históricos a
crímenes contra el pueblo cubano, evitando mencionar que el movimiento armado
tuvo como motor liberarse de la dictadura de Fulgencio Batista. Como parte de
este proceso de desvirtuar la realidad, los agentes del FBI acompañan las
evidencias con epítetos contra el guerrillero argentino-cubano como “el matón
de Castro” o “El carnicero”. Para reforzar este sesgo negativo, los asesinados
eran americanos o cubanos simpatizantes de los Estados Unidos, cometidos por
una ferviente guevarista, mientras que, lo más sorprendente, apenas y le
dedicaron al abuso sexual un comentario: el autor fue encarcelado.
Pese
al tiempo transcurrido, la serie obedece a los principios que descubrieron Ariel
Dorfman (argentino-chileno) y Armand Mattelart (belga) en su libro Para leer al Pato Donald en 1972,
quienes demostraron que los productos Disney repartidos en Latinoamérica,
principalmente las historietas, eran un medio propagandístico para enarbolar la
supuesta supremacía de Estados Unidos. Cruzando sus fronteras, conciben al
mundo habitado por bárbaros que necesitan la intervención y entrega de
tecnología por parte de los extranjeros como medio para alcanzar la
civilización, con el consecuente desprecio y caricaturizando la cultura y
formas de vida de los países. Como vemos, pese al tiempo, los mismos prejuicios
prevalecen.