13 julio, 2010

Juan Hernández Luna: un cadáver en la ciudad

A los 47 años falleció Juan Hernández Luna, el pasado viernes, a las 15 horas, debido a un fallo renal. En sus obras reformuló los paradigmas del género negro, dejando que el misticismo y lo sobrenatural invadan las ciudades creadas a partir de la Nota Roja. Sus obras representativas son: “Tabaco para el puma”, “Cadáver de ciudad”. “Me gustas por Guarra”, “Tijuana Dream”, entre otras.

Precisamente, Cadáver de ciudad fue la novela que me acercó a su obra, en ella comprendí la Literatura Gore y las implicaciones de la violencia como metáfora de nuestra fragilidad. Hernández Luna obtuvo con Tabaco para el Puma, el premio internacional Dashiell Hammett, en 1997, como texto policiaco, mientras que Cadáver de ciudad es su continuación, en la que nos presenta una ciudad de estructuras golpeadas, de relaciones humanas vacías, satisfacción sexual a cualquier costo, representación de la destrucción física y simbólica del sujeto.

Cadáver de ciudad tiene como personaje principal a Skalybur, el Inmortal, quien en la primera novela desapareció al líder de una banda delictiva en plena catedral poblana, a través de un inverosímil truco de magia. Al concluir su sorpresivo acto, huyó hacia una playa olvidada en Baja California para autoexiliarse. Sin embargo, recibe un cheque en blanco a cambio de aclarar la castración de un millonario pervertido. Para develar el misterio, deberá sumergirse al mundo de la pornografía “dura” y la prostitución, manejado por sectas secretas.

La estructura del texto está articulada en 8 historias alternadas en cada capítulo, las cuales se irán entretejiendo. Así, expone la idea de ciudad muerta a través de la bestialidad de los protagonistas, en la descripción de la violencia contra las mujeres, la zoofilia, necrofilia, masturbaciones a la menor provocación, pedofilia, canibalismo, degradación y necrofília. Con una velocidad trepidante para impedir la sensación de asco u horror, las escenas cambian, los narradores de las ocho historias van mezclándose y los grados de violencia varían. Es por ello que en un cuadro vemos un asesino, mientras que la historia siguiente el protagonista tiene relaciones sexuales con un ganso decapitado.

El hilo argumental es sencillo y transcurre en forma lineal para exponer sin ornamentos la fragilidad del ser humano. No hay espacio para sacralizar la muerte a través del funeral, porque todos los cadáveres son disueltos, arrojados, mutilados o enterrados como fardos sin sentimentalismo ni lágrimas. El cuerpo literario sangra y convulsiona para entendamos que la mortalidad es inevitable. No importa descubrir quiénes están detrás de los crímenes, porque el texto sugiere que los espacios vacíos del poder en las sectas son ocupados inmediatamente; por cada psicópata muerto, surge otro. Entonces comprendemos que presas y cazadores tienen el tiempo contado, y son reemplazados sin que nadie los recuerde.

Después de todo, la estética propuesta por la Literatura Gore es que el ser humano carece del sentido de la supervivencia. Las novelas tienden a crear una atmósfera que sofoca al lector con narraciones detalladas e imágenes violentas, para recordarnos que la inmortalidad está basada en la ilusión de olvidar que la muerte acecha detrás de cada segundo.

El horror de la muerte en soledad nace desde la primera línea, cuando el primer narrador es abandonado por su esposa. Lentamente extermina todos sus recuerdos de su vida pasada al acabar con cada uno de los peces que su mujer le dejó como herencia, así los recuerdos se desvanecen. Sentimos no sólo el abandono de los personajes, sino la imposibilidad de restaurar la armonía del mundo.

Hernández Luna promovió el proyecto Literatura Siempre Alerta, taller puesto en marcha en 2005 con el objetivo de fomentar el gusto por la lectura entre los policías, rescatistas y bomberos. En el programa estuvieron involucrados los escritores Paco Ignacio Taibo II, Carlos Montemayor, Eduardo Monteverde, Alí Chumacero, Juan Villoro, y muchos otros. Siempre con la idea de acercarlos a la Literatura, tradujeron varios textos a claves policiacas, como el Quijote de la Mancha y Cien Años de Soledad.

El programa perteneciente a la Academia Mexicana de la Lengua, del Centro de Investigaciones y Docencia Económica, tuvo entre sus logros más destacados la consideración de incluirlo en la iniciativa Mérida como un método de capacitación policiaca. Una propuesta que truncó su repentina muerte.

Adiós querido Hernández Luna, al final siempre supimos que seríamos cadáveres en una ciudad plomeada hasta sus cimientos, con la esperanza que nuestro deceso reciba el encabezado principal de la Nota Roja, en vez de perdernos en uno de sus bordes.
 
Publicado en Periódico Por Esto! y Revolución con Letras 13 de julio de 2010

1 comentario:

miguel dijo...

Y donde se puede adquirir el libro de CADAVER DE CIUDAD?

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