08 agosto, 2009

Los desprendimientos góticos del alma

por Rodrigo E. Ordóñez Sosa
y
Tomás Ramos Rodríguez
Escribir desde lejos de la tierra, y no desde el destierro, es lo que hace que la poesía de Álvaro Baltazar Chanona Yza establezca un puente entre dos mares o dos tierras diferentes. Nacido en Mérida, Yucatán, y radicado sucesivamente en Guadalajara, Mexicali y Cancún, donde ha participado en diversos foros nacionales, suplementos y revistas literarias.
En esta ocasión, nos presenta “La alforja de los desprendimientos”, coedición de la editorial Versodestierro en la colección “Las cenizas del quemado” con el Instituto de Cultura de Yucatán y el Conaculta. En este libro plasma sus sentimientos de una manera directa y podríamos decir visceral. La voz de un hablante lírico fluida que no se detiene a mirar la lentitud de las mareas, diferente a concentrarse en el torrente destructor de unas aguas agitadas desde el horizonte de la noche. Como el mismo dice, su alforja es un “cuarto oscuro al que llamamos destino”.
La propuesta de una poesía oscura, desencontrada con la luz del día, nos hace pensar en los poemas que fueron escritos por los poetas decadentistas, los poetas simbolistas y poetas malditos en el siglo XIX. Sin embargo, Chanona Yza promueve estos espacios oscuros dentro de un sitio que es eternamente descrito por la voz poética, donde rara vez aparece un apóstrofe bien definido que nos aclare si nos dirigimos a una mujer, como en el caso del poema “La brillante”, o si es la poesía o el ambiente, o el sitio poético donde el poeta pretende ubicar una voz que va describiendo todo lo que mira desde la pesadumbre de su postura ante la vida, es decir, la luz del mundo es una astilla permanente a los ojos de un poeta cansado, frustrado, sin más ánimos de lo que se encuentra por vivir.
Asimismo, los poemas reflejan un ambiente que recuerda a la literatura gótica, con elementos poéticos que nos arropan en el miedo o el terror, pero más que infundirnos un miedo sobrenatural, nos asfixian con el pesimismo de una sociedad contaminada por la neurosis y los placebos que nos empujan a otros mundos para evitar la realidad. Es por ello que el poeta nos aclara que es “otro hijo necio y bastardo del prozac/ y las anfetaminas”.
De igual forma, los elementos góticos que resaltan en la lectura de los poemas son la referencia a la locura, las características inhumanas que empujan al lector a evitar los espejos, por miedo a encontrar en su cara alguna de las señales de la decadencia moderna que señala el autor. Cada verso refleja una realidad que preferimos evitar, es una invitación para reflexionar sobre el alma en una sociedad basada en la hipocresía y las falsas amistades.
Es un mundo poético que transita en claroscuros intermitentes, con situaciones anímicas que evocan otras realidades. Por ello, tal parece que tenemos a la poesía ubicada en el territorio marino de la noche, y que nunca durante la luz del día, puesto que el único destello claro que podemos mirar en su alforja es cuando se dirige a “La brillante”, así como cuando le habla a la mujer en el poema “Crisálida”. Es un poeta en busca de la esperanza, mas no un poeta desesperanzado, puesto que aún no ha concretado el punto en que se encuentre la revitalización dentro de la figura marina del poeta; es un Simbad que no está varado en la poesía, pero sí en las imágenes que rodean el mundo negro que nos está describiendo en esa mirada que sólo penetra penumbras mas no luz.
La relación que existe entre los mares de Baja California y la nostalgia del Caribe puede ser algo que nos cuestione. Pero en la poesía de Chanona Yza podemos notar que el mar, a pesar de ser un lugar poético mencionado por todos los poetas, es el lugar que no tiene distintivo entre los mares helénicos de la tradición clásica épica, sean el mar de California o el mar Caribe.
En el primer capítulo del libro “Del Caribe esta cosmogonía” los animales del Mayab se mezclan desde la mirada de un poeta en un lugar ubicado en un ideal pasado sobre su imaginación, que nunca busca apegarse a la realidad. Su visión exotista se mezcla con la incursión de vocablos tomados no de la lengua maya contemporánea, pero sí de los lugares y animales que han aparecido dentro de la tradición histórica de la cultura maya, así como sitios de la Riviera de la península yucateca, como Playa del Carmen, desde donde el poeta cierra su primer capítulo luego de meternos a un ambiente desolador, que revalora el pasado por sobre lo nuevo, que le da más validez a la naturaleza por sobre el ambiente urbano y de la ciudad, proponiéndonos la re-creación del mundo por medio del arte.
Vemos al Coatí de Cozumel, un “aristocrático sacbé”, quetzales, al señor de los cielos, a Yal Ku, a Tulum, a los hijos de la X´tabay, donde la naturaleza idílica será la relación de sexualidad-selva, donde lo sexual será una vorágine asentada en la vitalidad del agua (la saliva, el sudor, las rías), donde se abrirán tantas puertas en las que el lector tiene que ubicarse para enterarse de qué es lo que está pasando, y llegamos a un punto del desconcierto dentro de las zonas selváticas de sus estrofas.
El siguiente capítulo le da nombre al libro: “La alforja de los desprendimientos” inicia con un epígrafe de Juan Bañuelos, donde ubica la patria de la palabra para saber dónde estamos. El capítulo avanza en un despliegue de fuerzas malditas que no le dan tregua al lector; el sufrimiento, ante todo, es la única raíz que surge de la garganta del hablante lírico, sufrir, sufrir, sufrimiento extenso en poemas que tienen un tono narrativo. Podemos ver la búsqueda de la angustia como forma de purificación en la estética literaria de Chanona Yza.
El último apartado del libro, titulado “Entre el Erial y el Río”, nos habla del hombre anónimo, aquel que las instituciones y el mundo quieren hundir en la nada, es por ello que empieza la serie de poemas diciendo “Estoy sin ropa y desaseado como una prostituta/ en el cuarto de un hotel de paso”. Nada más anónimo que eso, impersonal y distante. Sin embargo, la voz poética lucha contra la hostilidad del exterior y los gusanos que pululan en los escondrijos del alma. Al final, el poeta decantado expulsa todo hacia el exterior, vacía sus alforjas para decirnos que “mientras más me vacío, más me lleno/ de este apetito insaciable/ de seguir escribiendo”, la única liberación posible es y será siempre a través de la escritura.
Es importante señalar que el lector debe sumergirse en todas las aristas de lo que sucede en el sitio poético del angustiante discurso de Chanona; por ello el autor reserva y modera partes y acciones de su discurso para no soltarnos toda la información posible en este, como si fuera una marea irrefrenable, para que el lector reinvente el mundo que se le presenta por medio de las metáforas, epítetos y demás figuras retóricas, armar con las pistas su interpretación, para apropiarse de la poesía y para volverse uno con la realidad.
Publicado en Por Esto! 29 de julio de 2009

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