05 marzo, 2009

OPERACIÓN BOLÍVAR: LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA

es
El portador de una máscara es él mismo;
y sin embargo es otro.

Anónimo





La conciencia histórica de Latinoamérica yace fragmentada desde la consumación de la conquista y colonialización de América. A la llegada de los europeos al Nuevo Mundo, sometieron a las culturas locales a través de las armas, a la par que comenzaron a borrar la memoria colectiva destruyendo códices, ídolos y templos. Así, los pocos archivos prehispánicos que sobrevivieron a la destrucción, irónicamente, están en manos de coleccionistas privados y museos de Europa y Estados Unidos, dejando en la orfandad histórica a los descendientes de las culturas dominadas. Actualmente, el proceso de suplantación cultural continúa con las grandes industrias cinematográficas y el bombardeo constante de información a través de Internet y los medios de comunicación masivos, creando héroes dependiendo de la política de nación, como Rambo, Terminator o soldados que vencen invasiones alienígenas con una computadora. En medio de esta tragedia espiritual y cultural latinoamericana surge la novela gráfica Operación Bolívar del escritor mexicano Edgar Clement.


A 14 años de su aparición en la revista Gallito Cómics, la actualidad de su historia radica en denunciar que persisten los mecanismos de control social que sofocan la inteligencia y el libre albedrío. La obra está centrada en un juego de máscaras, es el problema de la identidad que tenemos los mexicanos al estar sujetos a un sistema cultural y religioso ajeno a nuestro pasado prehispánico. Con ello, los protagonistas deben conquistar la memoria colectiva y enfrentarse a la dominación cultural. La acción transcurre en la ciudad de Angelópolis, donde el protagonista Leonel Arkángel se dedica al oficio de cazador de ángeles, cuyos miembros son convertidos en drogas, órganos de repuesto y armamento, vendidos al mejor postor. Inmerso en el relato están los judiciales, soldados norteamericanos, narcotraficantes, espías del Cielo y el Infierno y dioses indígenas. Operación Bolívar es un programa puesto en marcha por los capitalistas de Estados Unidos en colaboración con los políticos mexicanos y apoyados por el Arcángel Miguel, para unir a América a través de la santa trinidad actual (la droga, la iglesia y los medios de comunicación), es decir, cumplir el sueño de Simón Bolívar de unificar a los países latinoamericanos, sin importar los medios para llegar a esa meta.


Los personajes principales son Leonel, el narrador y protagonista de la historia; Juan Grande, el más viejo de los cazadores de ángeles; Román, un policía judicial que estudió leyes y tiene el don de matar ángeles, aunque no cree en ellos y quiere obligarlos a confesar que son extraterrestres, además de ser un “Edipo furioso”. Mientras que su enemigo es un norteamericano perteneciente a la CIA y dueño de un rancho ubicado en la región conocida en la historieta como “Paraíso”, y para acceder a él hay que recurrir a los polleros que la hacen de Caronte, cuya única moneda que aceptan es la traición.


La innovación del cómic es plasmar un tiempo mítico a través de la yuxtaposición de textos e imágenes, donde la historia y las tragedias del Siglo XX están inmersas en un presente relampagueante, donde la lucha por controlar la producción del Polvo de Ángel es una batalla a muerte para dominar a sus rivales chinos que comercializan la droga conocida como Escamas de Dragón.


Edgar Clement recurre a la polifonía de géneros para construir el tiempo mítico imperante en su relato. Usa el género negro cinematográfico como punto de partida, recreando los cuadros comunes de las películas: encuentro de dos amigos, enfrentamientos entre bandos, persecución, tortura de los protagonistas y su posterior escape, y que entran en una misión peligrosa sin tener claros los objetivos. De igual forma, utiliza en su narración manuales de tortura de la Edad Media, reproducción de fragmentos de códices, partes militares, anuncios publicitarios y carteles de carnicería, todos ellos fundidos en un sincretismo narrativo y visual.


La arquitectura de las ciudades también tiene elementos míticos, principalmente al crear una red de pasajes subterráneos interconectados en los cimientos de los edificios, los cuales son custodiados por alebrijes, que funcionan como faros para guiar a Leonel a las ruinas de los templos prehispánicos. Las cantinas tienen nombres como Nueva Tenochtitlan con publicidad de refrescos embotellados; son elementos gráficos y narrativos fundidos para resaltar la dominación cultural.


La configuración de lo temporal es construida de tal forma, que el lector permanece sin referencias concretas sobre la fecha en que transcurre la historia, porque todas las épocas se yuxtaponen. Por ello, es posible encontrar anuncios de vitrolas y al mismo tiempo armas de rayos láser y helicópteros. La temporalidad igual es confrontada con los textos y personajes de la narración. En la ficción, el manual que acompaña las descripciones de dos formas de tortura utilizada por la Procuraduría General de la República son tomados del Manual Confesionario del Instituto Mexicano de Criminología, escrito por Fray Tomás de Torquemada, en la ciudad de México en 1968, fusionando al autor del documento con el Inquisidor General del Santo Oficio, en el siglo XV.

Ese efecto de intertextualidad también es utilizado en la tipografía a lo largo de la narración. La escritura de los ángeles, los manuales, los anuncios publicitarios, las caricaturas de Posadas en contraste con las letras utilizadas para destacar los cuadros narrativos. En todas las construcciones visuales y narrativas impera el Barroco; todos los detalles son plasmados en los dibujos arquitectónicos, prehispánicos, las alas de los ángeles o los bordes, acompañados todos ellos con los juegos de luz y sombra para transmitir las emociones de los personajes.


Las viñetas son concebidas desde una técnica inédita en el cómic en México y Estados Unidos. Las imágenes son producto del sincretismo de obras de arte, libros, cómic norteamericano, cine, anuncios publicitarios y fotografía. Por ende, en un cuadro los personajes son dibujados con el estilo del cómic norteamericano, mezclado con códices indígenas, dibujos de Posadas, collage de fotografías y manuales de la Edad Media, particularmente del Santo Oficio. Los cuadros igual utilizan los recursos cinematográficos del close-up, movilidad de las escenas, así como copia las escenas de la crucifixión de las obras religiosas.


Además, retoma los elementos de la tradición católica sobre los ángeles para desmitificarlos, fundiéndolos con los estudiantes muertos en Tlatelolco en 1968. Representa el clímax de la historia con la masacre de los nuevos ángeles, que nacen del asfalto y no de Dios, son seres indefensos que acaban de ver la luz victimados por las armas de los soldados e integrantes del Batallón Olimpia. Convierte el nacimiento de la conciencia política de los estudiantes en 1968 en una metáfora, donde el eterno retorno nietzscheano es una sentencia inexorable, e irremediablemente los ángeles caen otra vez en una trampa impuesta por los intereses del Poder. Todos ellos son acribillados junto con su reina, alusión fugaz a la novela Regina de Antonio Velasco Piña, y, al amanecer, son borrados los rastros de la masacre en los noticieros, que ponen en primera plana los resultados de un partido de fútbol.


El tema central del texto es la mutilación de nuestro pasado. Así, la obra reconstruye el desgarramiento espiritual a través de las imágenes y la narración. Por ese motivo, los protagonistas están fragmentados o mutilados. Despedazados por carecer de un pasado, los personajes son presa de la ideología del capitalismo salvaje, todos son confrontados por la ocupación que tienen (cazadores de ángeles, ángeles, judiciales o soldados), en vez de luchar por un ideario o convicción propia.


La Marina interpreta una función doble en el texto, porque funge como intérprete en el encuentro de Leonel con el Gringo John Smith, así como es una advertencia de la nueva conquista que se avecina. Así como la Malinche con Hernán Cortés, el texto reproduce los diálogos a manera de narración escrita más que visual. El pasado y el presente sintetizado en una figura histórica, en una metáfora que representa la nueva conquista de México, porque sus habitantes prefieren dejar caer en el olvido la memoria histórica, la sumisión, al querer entrar al Paraíso materialista construido por el aparato publicitario de las grandes potencias mundiales.


En el texto, el protagonista nos recuerda que la ideología mexicana está forjada por el cine nacional, donde todos somos: “Pepes Toros que no aprenden ni a punta de nocauts. Preferimos llorar a carcajadas con la casa arrasada y nuestros hijos muertos en los brazos. Al fin nunca faltará una maternal Chorreada que nos consuele y nos diga que no importa que acabemos castrados mientras sigamos siendo puro corazón”. La ideología televisiva como identidad cultural en los mexicanos, donde nos enseñan que la resignación es una virtud, sin mostrar que gracias a ella somos carne de cañón para mantener engrasada las fábricas y comercios de los consorcios internacionales.


Al final de la historia, Román es acribillado al momento de desprenderse de su máscara de Nahual, es decir, al dejar atrás su pasado. En contraste con Leonel que conserva la suya. Las máscaras son los “rostros que hace mucho ya olvidamos, que son la carne de la tierra, la piel de nuestra cara, la corteza de nuestros rostros, una voz que no entendemos”. Representan un pasado con el cual no hay reconciliación posible, porque sus raíces fueron convertidas en cenizas en los autos de fe hechos por los frailes en los primeros años de la conquista. El último diálogo de los personajes frente al televisor, donde anuncian el resultado de la liguilla de fútbol, resume magistralmente el pensamiento mexicano: el Ángel Protector le dice a Leonel “sólo quieres oír lo que te gusta” y sólo recibe por respuesta “cállate y come”. Pan y Circo.


REFERENCIAS


Báez, Fernando. El Saqueo Cultural de América Latina. Ed. Random House Mondadori colección Debate, México, 2008.


Clement, Edgar. Operación Bolívar. Ed. Caligrama, México, 2006.


Vidaurre Arenas, Carmen V. Una Historieta Mexicana. Ed. Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, México, 2000.



Publicado en la Revista Soma No. 6, febrero 2009

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En la cita de Vidaurre Arenas es Carmen y no Claudia

Rodrigo E. Ordoñez Sosa dijo...

Gracias por la observación.

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